Festivales musicales, jornadas gastronómicas, lechazo asado, concursos, exposiciones, ferias… y todo, con un hilo conductor: el vino. Porque Aranda de Duero destila puro aroma vitivinícola: el de ese ‘oro líquido’ gestado en sus tierras y viñedos, y elaborado con paciencia en sus bodegas, muchas de ellas subterráneas.