Brujulear sin rumbo fijo por el laberinto de callejuelas de los barrios de Triana o Santa Cruz; rendir pleitesía a la Giralda antes de sumergirnos en su monumental catedral (que alberga el sepulcro de Colón); admirar la Torre del Oro; pasear por los Reales Alcázares o inmortalizar la Real Maestranza, uno de los cosos taurinos más importantes de España, es emprender un viaje emocional, por una de las ocho capitales andaluzas.
Por su entrega, el sentimiento que transmiten sus gentes y su pasión, la Semana Santa de Sevilla es, quizá, la fiesta religiosa española más conocida a nivel mundial. Declarada de Interés Turístico Internacional, entre el 10 y el 17 de abril, las numerosas hermandades de la ciudad sacan sus imágenes a la calle en un trayecto que comienza por la tarde, y generalmente, termina en la madrugada.
Las estaciones de penitencia frente a la Catedral anteceden a procesiones con identidad propia, bulliciosas y emotivas, pero también de silencio y recogimiento, donde cientos o incluso miles de nazarenos trasladan pasos de exquisita belleza. Algunos de ellos antiguos como el Cristo de la Vera Cruz y el Jesús del Gran Poder o las icónicas Vírgenes bajo palio que representan Nuestra Señora de la Esperanza de Triana y la Macarena, entre muchos otros.
Tras horas de pie y con zapatos nuevos, entre multitudes o ‘bullas’ y recorriendo la capital hispalense de arriba abajo, hay que recuperar fuerzas y deleitarse con la exquisita gastronomía sevillana, famosa dentro y fuera de España, y del ambiente de sus bares.
¿Has preparado ya las maletas?