Desde el Coliseo hasta la Fontana de Trevi, del Panteón hasta las afueras paseando por la Vía Apia o hacer una ruta interminable por sus iglesias.
Sea como sea, no ya es que todos los caminos lleven a Roma, sino que una vez en la capital italiana, todos los caminos llevan al Vaticano.
Esta pequeña ciudad estado, conocida principalmente por ser el lugar de residencia del Papa católico y por tanto su centro neurálgico, es también uno de los conjuntos arquitectónicos y museísticos más importantes de del mundo.
En un espacio que abarca menos de 50 hectáreas se aglutinan algunos de los lugares más bellos del planeta. Arte, espiritualidad, historia y ciencia reunidos en un emplazamiento con cientos de años de historia.
Pese a que la historia cuenta que todo empezó cuando Simón Pedro, uno de los doce apóstoles, fue enterrado tras ser martirizado en esta pequeña colina en el siglo IV d.C, no fue hasta mucho más tarde en 1929 cuando la firma del Tratado de Letrán le otorgó plena independencia política dentro del joven Reino de Italia.
Antes en 1870 la ciudad había perdido parte de su independencia cuando bajo su antigua denominación (Estados Pontificios) la reunificación de Italia provocó que fuera absorbida por el estado italiano.
Así pues, en la actualidad, la ciudad del Vaticano goza de la independencia plena con la que soñaba cuando se inició la construcción de su principal estandarte en 1506 bajo la dirección del arquitecto Bramante: la majestuosa Basílica del Vaticano.
Otras partes a visitar en el complejo del Vaticano
Además de la famosa y saturada Basílica de San Pedro el complejo, pese a ser pequeño en tamaño para ser un estado soberano, ofrece multitud de opciones y lugares interesantes en su visita.
Empezamos por los museos vaticanos. Albergan en su interior colecciones enteras como por ejemplo los maravillosos tapices.
Ubicados en la denominada Galería de los Tapices se trata de enormes tapices de exquisita elaboración elaborados siguiendo varios pasajes del Evangelio: la presentación de Jesús en el templo, cena de Emmaus, o la adoración de los pastores.
Impresionan, además de por su belleza intrínseca, por la calidad de sus materias primas: seda, hilos de lana, oro y plata.
Las catacumbas del Vaticano son otra opción interesante de visita. Son la parte menos conocida pero su visita merece la pena.
El origen de la necrópolis data de la época del emperador Nerón, hacia 64 d.C. aproximadamente. Bajo la antigua Vía Cornelia se comenzó a realizar enterramientos. Posteriormente, el emperador Constantino eligió el lugar para construir una basílica.
Las catacumbas que ya existían no fueron destruidas si no que se optó por directamente enterrarlas y quedaron sepultadas.
Así permanecieron hasta mediados del siglo pasado en el que el papa Pío XII impulsó la excavación de restos arqueológicos. Aparecieron entonces dos niveles:
- Las grutas vaticanas (en las que se encontraron tumbas de reyes y Papas).
- Necrópolis propiamente dicha (que data de la época de Constantino, siglo IV d.C.).
Los horarios de visita son muy restringidos. Hay que reservar con bastante antelación enviando un email a la Oficina de las Excavaciones de la Fabbrica di San Pietro.
Si no te ha dado tiempo a encontrar plaza, lo mejor es hacer el tour de hellotickets para ver las catacumbas en el que un guía en nuestro idioma nos acompañará durante todo el trayecto, explicando curiosidades y datos históricos.
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