Vuelta a los orígenes de Marbella
Antes de que José Banús construyese Puerto Banús en los años 70 del Siglo XX, Marbella ya se había convertido en un destino turístico de interés tanto nacional como internacional.
Así, en 1957, coincidiendo con la apertura de hoteles pioneros como Fuerte Marbella, algunos personajes famosos de la época como Walt Disney pasaban el día recorriendo la playa ubicada frente al establecimiento. Y es que en esos años los atractivos del entonces pueblecito andaluz de pescadores eran, básicamente, tres: el mágico encanto de su casco histórico, presidido por la Plaza de los Naranjos y repleto de callejuelas con paredes encaladas; el colorido de sus espectaculares atardeceres y la majestuosidad de su Sierra Blanca, una cumbre que con su altitud otorga un microclima único que garantiza temperaturas privilegiadas durante todo el año. Tres encantos que la pandemia ha vuelto a poner de relieve y que este verano atraen más que nunca a los visitantes ávidos de escapadas más tranquilas, con grandes dosis de aire puro (en 2016 la OMS eligió a Marbella como la tercera ciudad española con el aire más limpio) y con mucha distancia social y seguridad, porque Marbella ha sido la primera ciudad española en obtener el Sello de Turismo Seguro que otorga el Instituto de Calidad Turística Española (ICTE).
Así, además de lujo y diversión, Marbella inspira nuevamente al visitante con propuestas relajadas, pero llenas de belleza, como largos paseos frente al Mediterráneo; exquisitas comidas en beach clubs de diseño como Soleo Marbella; compras sin prisas en las preciosas tiendas que jalonan sus calles empedradas o maravillosas excursiones a la montaña, con el objetivo de llegar a la cima y divisar, los días despejados, África y el Peñón, y la inmensidad de una tierra que, en tiempos de coronavirus, vuelve a sus orígenes para ser más auténtica, si cabe.