Seguimos descubriendo la antigua capital de Polonia, una ciudad en la que el tiempo parece haberse detenido.
El recuerdo de viejas hazañas medievales no sorprende en absoluto en una ciudad que, toda ella, parece anclada en el tiempo. A los pies de la torre desde la que el vigía lanzaba su señal de alerta, se desparrama la plaza medieval más grande del mundo, con doscientos metros de longitud por cada lado y en la que se unen los más dispares edificios y monumentos.
El conjunto es bastante sorprendente, pero tremendamente uniforme. Las casas que bordean la plaza fueron edificadas en los siglos XIV y XV, pero luego sufrieron restauraciones en el XVII y XIX, por lo que resulta fácil encontrarse con fachadas neoclásicas, portadas de piedra renacentistas y viguerías y patios porticados de la época primitiva.
En el centro de la gran plaza se encuentra un original edificio de tonos amarillentos y también mezcla de distintos estilos. Se trata de la antigua Lonja de los Paños, cuya primera construcción fue ordenada por Casimiro el Grande, aunque después tuvo diversas ampliaciones. En su interior se encuentra hoy un animado mercadillo de artesanía y el piso superior acoge una sección de pintura polaca del Museo Nacional.
La Plaza del Mercado constituye por sí misma un auténtico museo, en el que no puede dejarse de visitar la Torre del Ayuntamiento, resto de la antigua Casa Consistorial demolida en el siglo XIX; la pequeña iglesia de San Adalberto, del siglo XI, que hoy se encuentra unos dos metros por debajo del suelo de la plaza y marca así el nivel original en que estuvo toda ella; el monumento a Adam Mickiewicz, el más grande poeta polaco de la época romántica, así como diversos palacios y lugares de interés.
Mención aparte merece la iglesia gótica de Santa María, el monumento más grande de la plaza. Está construido con ladrillos elaborados a mano y llama la atención sus dos torres con desigual terminación.
Naturalmente, también aquí hay una leyenda que lo explica. Se dice que ambas torres eran levantadas por dos hermanos y que cada uno competía por llegar antes al cielo. Cuando uno de ellos terminó su torre, mató a su hermano para que éste no le superase. Sin embargo, los remordimientos no le dejaron disfrutar su triunfo y acabó arrojándose desde una de las ventanas de la torre. Para que sirviera de advertencia, el cuchillo con que mató a su hermano, fue colocado a la entrada de la Lonja de los Paños, donde todavía se encuentra.
Uno de sus atractivos más recientes es el moderno y didáctico Museo de la Ciudad, situado en los sótanos de la plaza que narra la vida de esta urbe.
Pero la Plaza del Mercado no es sólo uno de los lugares artísticos más interesantes de Cracovia; es además el más vivo. Con frecuencia en la amplia plaza de alzan mercadillos de flores, de libros, de artesanía, de antigüedades... También desde aquí parten los tradicionales coches de caballos que recorren el casco antiguo de la ciudad. Y por supuesto, en sus numerosas y amplias terrazas, en las que se sirven las gigantescas jarras de deliciosa cerveza polaca o los helados vasitos con vodka también polaco que, según los expertos es el mejor del mundo, se dan cita todo tipo de gentes, con gran predominio de los jóvenes; no en vano, la Universidad está a un paso.