Las costumbres de los pueblos rurales son recuperadas por danzas y rituales mágicos. En las calles de los pueblos del norte de Navarra, personajes como carboneros, brujas aulladoras, fantasmas de tela de saco rellenos de hierba seca, famosos bandidos, el oso o hartza y mayordomos anuncian la llegada de la Cuaresma.
Los carnavales de Ituren y Zubieta, Huitzi, Sunbilla y Leitza son algunas localidades navarras que adelantan el Carnaval al mes de enero. Estos carnavales se destacan por su vistoso y sonoro desfile llamado zanpantzar.
En Lantz, un pequeño pueblo situado en los valles de Anué y Ultzama, al caer la tarde, tiene lugar el acto central en el cual se ejecuta y quema al bandido Miel Otxin. Es en este momento cuando los txatxos, figuras vestidas con llamativas ropas y con las caras cubiertas con telas y sacos, increpan al público congregado utilizando escobas y palos, mientras emiten fuertes alaridos.
Mientras el gordinflón Ziripot, una grotesca figura embutida en un saco relleno de heno y con la cabeza tapada con harapos, es arremetido por el zaldiko o caballito.
Provocarán molestias al público los herreros, quienes estarán equipados con calderos de fuego, martillos y herraduras, además de utilizar sus tenazas y sardes. Tras ellos, se presentará el bandido Miel Otxin, un gigante vestido con vivos colores y que mide tres metros de altura. Después de recorrer el pueblo dos veces, llegará al frontón donde perderá la vida tras recibir dos disparos de escopeta.
En Alsasua las calles son invadidas por los momotxorros de aspecto fiero. Estos atacan al público con sus horquillas y van acompañados de un buen número de brujas aulladoras y fantasmas rellenos de hierba seca.
El carnaval rural se lleva a cabo el martes anterior al Miércoles de Ceniza, mientras que el carnaval de piñata se celebra el sábado siguiente al Miércoles de Ceniza.
Ataviados con una sábana blanca manchada de sangre, espalderos de lana de oveja, pantalones azules, calcetines blancos y abarcas negras, aparecen portando cuernos y escondiendo sus caras bajo pañuelos de tela.
Danzan y tratan de amedrentar a quienes los observan, los Momotxorros, al son de la música. Impresionan con sus cuernos, la sarda de madera que empuñan, el color rojo de la sangre en la sábana que los cubre y la lana de oveja en sus espaldas.
Con fuerza y empuñando su sarde de madera, recorren la villa bramando, provocando y asustando a todo aquel que se les cruce en el camino.
No debes perderte esta celebración, ya que es una de las tradiciones mejor conservadas y más icónicas de Navarra.