Lo mismo puede volver a suceder con nuevas especies víricas. Pero además, el modelo turístico impulsa otros elementos que favorecen potencialmente nuevas pandemias, como la pérdida de biodiversidad, un incremento de las desigualdades, o un desvío de inversiones hacia su sector en detrimento de otros, como podría ser el sanitario.
Ante esta situación, Ecologistas en Acción considera que es urgente una reducción del turismo, especialmente el internacional.
Según datos de la UNWTO, en 2019 -el último año antes de la pandemia de COVID-19- hubo 1.461 millones de turistas internacionales en el mundo. De estos, el 52 % viajaron por vacaciones y el 12 % por negocios (datos de 2018). Entre los propósitos de los viajes turísticos, el ocio no solo es el mayor, sino el que más crece.
Estos viajes se realizaron fundamentalmente a largas distancias, como muestra que el 58 % se llevasen a cabo en avión. Es más, el avión es el medio de transporte que más crece. Además, al ser el medio más rápido, también es el que facilita más la propagación de enfermedades, pues maximiza la probabilidad de que quienes viajen no sepan que portan una infección si esta está en fase de incubación.
Aunque la mayoría de los viajes se producen dentro del mismo continente, todos los continentes están interrelacionados por una densa red de viajes que hacen que la potencial expansión vírica se pueda convertir en pandemia planetaria de forma muy rápida.
La relación del turismo con la extensión de pandemias no termina ahí. El modelo turismo de masas es un vector principal de destrucción ecosistémica, como muestra que el 40 % del litoral español está urbanizado, y la pérdida de biodiversidades central en la aparición de nuevas zoonosis. Por otra parte, las regiones con mucho turismo padecen tasas mayores de precariedad laboral y este es otro factor que favorece nuevas pandemias. También se puede señalar que el turismo ha concentrado una gran cantidad de inversiones públicas que se podrían haber desviado a otros sectores fundamentales para la población y para atajar nuevas posibles pandemias, como el sanitario.
Ante todo esto, es urgente una reducción del turismo, especialmente el internacional.
En las últimas décadas, han aumentado los procesos de zoonosis fruto, fundamentalmente, de la destrucción ecosistémica y de la ganadería industrial. Esas nuevas especies víricas en seres humanos se han convertido o potencialmente se han convertido en pandemias globales viajando en clase turista en vuelos internacionales.
Con un flujo mundial de más de 1.400 millones de turistas internacionales al año, es poco realista pensar que se van a poder controlar todos esos desplazamientos frente a nuevas enfermedades emergentes desconocidas.
Además, el turismo masivo conlleva toda otra serie de impactos ambientales y sociales.
De este modo, Ecologistas en Acción apuesta por una política consecuente y preventiva frente a nuevas pandemias. Y para el control de la vigente de COVID-19, una de estas políticas pasa por la reducción drástica del turismo.