Así, el análisis de Bizneo HR revela que casi el 40% necesita dos semanas o más para “olvidarse del trabajo” durante la temporada estival. El resto asegura necesitar al menos una entera para conseguirlo. Un mal que aqueja en mayor medida a las mujeres -un 2% más- y a aquellas profesiones cuyo ejercicio requiere de un título universitario -un 13% más que al resto-. Les siguen aquellos que tienen un FP y los bachilleres. Algo que podría estar relacionado con la responsabilidad de los puestos de trabajo a los que tienen acceso -por norma general- las personas con mayor formación.
La edad también influye en esta desconexión: son los jóvenes entre 25 y 35 quienes están más enganchados al trabajo. El dato resulta curioso, pues es justo en esta etapa cuando nuestras inquietudes laborales empiezan a cambiar, y pasan de la preocupación por la superación profesional a la toma de decisiones vinculadas al crecimiento, especialización y estabilidad en el trabajo. En definitiva unas preocupaciones que pueden dificultar esa desconexión.
Pero hacer un paréntesis es sumamente importante, tanto desde el punto de vista de la salud, como del de las relaciones sociales. Y es que seguir enganchado al trabajo puede acabar pasándonos factura. Para empezar es posible que esta actitud termine generando problemas de dependencia o que derive en trastornos como la ansiedad y el síndrome del Burnout. Es clave darse tiempo para realizar actividades placenteras exentas de la presión asociadas a nuestro cargo. Nuestros seres queridos, asimismo, pueden verse afectados por esa dependencia.
Incluso desde el punto de vista laboral es importante, pues separarse de ese entorno nos ayuda a ser más asertivos y a relativizar, pues se produce un desbloqueo mental. Por no hablar de que nos brinda la oportunidad de cargar las pilas y volver con energías renovadas para enfrentarnos a los distintos retos. Incluso se incrementa el rendimiento entre un 10% y un 15%. Algo que no nos extraña si tenemos en cuenta que el descanso nos permite segregar endorfinas así como dopamina y serotonina; y que esto se traduce en una reducción de la ansiedad y los pensamientos negativos.
Dicho lo cual, existe una serie de acciones que podemos poner en marcha para conseguir desconectar:
Sin embargo y aunque consigamos desconectar también estaremos expuestos a otro problema más: el del llamado síndrome postvacacional que, tal y como indica Bizneo HR, sufrirán casi el 38% de los trabajadores. Y es que el retorno puede convertirse en una situación muy estresante para muchos trabajadores. El síndrome se manifiesta en forma de estrés, desánimo y falta de adaptación a las rutinas. Otros síntomas son las dificultades para conciliar el sueño, ataques de ansiedad, dolores de cabeza y malestar general.
Afecta en mayor medida a aquellos individuos que carecen de tolerancia a la frustración, y a los que llevan mucho tiempo de vacaciones (más de tres semanas). El entorno laboral es otro aspecto que influye negativamente cuando es hostil.