Este evento, que ha dejado al menos 70 víctimas mortales, reaviva los recuerdos de tragedias pasadas que han dejado una marca indeleble en la región, desde la riada de 1957 hasta la pantanada de Tous en 1982.
La riada de 1957: Un precedente de desastre
En la madrugada del 14 de octubre de 1957, València fue testigo de una catástrofe sin precedentes cuando el río Turia, hinchado por lluvias torrenciales, desbordó con un caudal máximo de 3700 m³/s, dejando 81 muertos y causando daños incalculables. Este evento no solo marcó a una generación sino que llevó a la construcción de un nuevo cauce para el Turia, diseñado para manejar flujos de hasta 5000 m³/s, una medida que ha demostrado su eficacia en tormentas posteriores.
La pantanada de Tous: 1982, Una nueva ola de dolor
El 20 de octubre de 1982, la provincia sufrió otra tragedia cuando la presa de Tous colapsó tras lluvias extremas, desencadenando una ola de destrucción por la comarca de La Ribera que costó numerosas vidas y dejó un legado de dolor y reconstrucción.
Las gotas frías: Una amenaza recurrente
A lo largo de los años, la Comunitat Valenciana ha sido azotada por gotas frías que, aunque varían en intensidad, siempre dejan un rastro de destrucción. La gota fría de 1987, la de 1996 con sus 520 litros por metro cuadrado en Tavernes, y la de 2019 en la Vega Baja, con una precipitación equivalente al total anual, son solo algunos ejemplos de la vulnerabilidad de la región ante estos fenómenos.
La DANA de 2024: "La peor" en la historia reciente
El 29 de octubre de 2024, la Comunitat Valenciana se enfrentó a una lluvia de proporciones históricas. En Chiva, se registraron 445,4 litros por metro cuadrado en apenas 24 horas, superando la gota fría de 1996 y situándose como el evento más extremo documentado en términos de precipitación. Esta DANA no solo ha desafiado la infraestructura de la región sino que ha puesto a prueba la capacidad de respuesta de los servicios de emergencia, con imágenes de inundaciones masivas y personas atrapadas, reviviendo escenas de desolación.
Un futuro bajo el signo de la inseguridad climática
La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha señalado una tendencia hacia lluvias más torrenciales y de menor duración, lo que implica una transformación en la gestión del agua y la prevención de desastres. La Comunitat Valenciana, con su historia marcada por estas tragedias, se ve obligada a afrontar no solo la reconstrucción y el rescate inmediato, sino también a repensar sus estrategias de infraestructura y protección civil ante un futuro donde estos eventos podrían ser más frecuentes y violentos.
La Comunidad Valenciana, una vez más, se enfrenta a la tarea de la reconstrucción, no solo de sus ciudades y pueblos, sino también de la confianza en su resiliencia frente a la naturaleza. La DANA de 2024, con su balance de dolor y pérdida, servirá como un recordatorio de la fragilidad frente a los caprichos del clima y la necesidad imperiosa de una planificación y respuesta más robustas ante futuros desafíos.