Madrid en la antigüedad, es conocido como Magerit, "tierra rica en agua", según los árabe el enclave mesetario próximo a la sierra de Guadarrama, que Felipe II eligió para establecer su corte y que posteriormente se convertiría en el Madrid que hoy conocemos,
Una de las obras más trascendentes de España ha sido la Gran Vía, se tuvieron que demoler más de 300 casas y afectó a casi 50 calles. Se logró una mejor comunicación entre el centro de Madrid (Calle Alcalá) y el noroeste de la ciudad (Plaza de España) gracias a la Gran Vía.
La villa tiene su origen en un pasado lejano. Fue en la segunda mitad del siglo IX cuando el emir Muhammad I ordenó la construcción de una fortaleza en la orilla del Manzanares. Esta fortaleza, Mayrit (Magerit en su forma castellanizada), se convirtió en un importante punto estratégico.
La capital de España es la villa de Madrid y no Madrid a secas según la constitución. Esto se debe a que, de acuerdo con las normas medievales y de los primeros años de la Edad Moderna, las localidades recibían títulos en función de sus méritos y usos. Es curioso que Madrid nunca haya sido considerada una ciudad.
Un madrileño es gato. Solo aquellos cuyo padre y abuelo hayan nacido en Madrid, es decir, de tercera generación, son considerados 'gatos' desde que se generalizó el uso del apelativo asociado a los madrileños. Además, para que alguien atesore el apodo, los cuatro abuelos y los padres deben ser madrileños. Se les llama gatos "Este hombre ha escalado como un gato", dijo el rey, impresionado. El soldado, en consecuencia, decidió adoptar el apellido gato como si fuera un título nobiliario, junto con su propio escudo y heráldica. Como resultado de esta historia, los madrileños más valientes eran conocidos tradicionalmente como 'gatos'.
La calle de Sacramento es la calle más antigua de Madrid, fué una de las primeras vías en terreno llano. Esta calle tiene un trazado medieval, además de un aspecto señorial, cuenta con varios edificios importantes que fueron residencias de varias familias de la nobleza.
Esta calle, al ser una de las más antiguas de la capital, alberga un gran patrimonio histórico-artístico. En concreto, al recorrer esta calle recuerda a la época del Siglo de Oro, sobre todo, porque conserva varias casas nobiliarias.
Estas construcciones son el dieciochesco Palacio del Conde O’Reilly y el barroco Palacio del Marqués de Camarasa, el Palacio de Revillagigedo y la Casa de la Cruz de Palo. El edificio más relevante a nivel arquitectónico de esta calle sea la Casa de Cisneros, unos de los pocos palacios renacentistas que se conservan en Madrid.