Un edén que permite al viajero disfrutar de unas vacaciones sosegadas en playas idílicas, practicar deportes o sumergirse en su tradición y cultura.
Djerba ha inspirado a lo largo de los años a diferentes artistas, como al poeta griego Homero, en cuya obra La Odisea narra cómo Ulises y sus hombres se toparon con un lugar de belleza extraña y frutos delicados: la isla de los lotófagos.
Todos los marineros probaron el loto y perdieron la memoria, haciendo desaparecer cualquier deseo de marcharse de allí. Hoy, todo viajero que visita este destino se siente hechizado por su excepcional atmósfera, mediterránea y sahariana a la vez.
Históricamente, presenta un pasado cartaginés, romano y bizantino, pasando a manos árabes en el año 667, para después ser ocupada por las tribus hilalianas procedentes de oriente en el siglo XI.
Siendo uno de los puntos de entrada al Sahara, su excepcional atmósfera hechiza a todos los turistas, que combina parajes sublimes rodeados de palmeras, olivos, almendros y jazmines, con una arquitectura donde predominan los tonos blancos y las formas redondeadas, como puede observarse en las pequeñas mezquitas del interior o en grandes propiedades rurales conocidas como ‘menzels’.
Con un perímetro de 125 kilómetros de costa, ofrece un microclima agradable que permite bañarse en sus playas de fina arena blanca y agua turquesa durante todo el año. Destacan especialmente las de Sidi Mahrez, Rass Taguerness y Seguia, donde darse un chapuzón y tomar el sol, o bien, realizar un turismo más activo gracias a la gran oferta de deportes náuticos como vela, windsurf, kitesurf, esquí acuático, parasailing y fly board.
Si se prefiere conocer la cara más auténtica de Djerba, se recomienda visitar su capital, Houmt Souk, localidad que invita a recorrer su medina y sus zocos llenos de artesanía local y nacional como cerámicas, telas preciosas, alfombras árabes, artículos de cuero, joyas, especias, souvenirs de todo tipo, etc. Por otro lado, la subasta de pescado matinal de la lonja es una experiencia genuina que merece ser presenciada.
La faceta más cultural se encuentra en el Museo de Artes y Tradicionales Populares de la ciudad, ubicado en una antigua ‘zaouïa’ (centro de enseñanza del Corán) del siglo XVIII, que exhibe colecciones de trajes, joyas y alfarería de origen judío y musulmán.
En torno al puerto se sitúa el histórico Fuerte Ghazi Mustapha, o Borj al-Kabir, construido en siglo XIII por el almirante de Aragón y Sicilia Roger de Lauria, sobre las ruinas de lo que fue una fortaleza romana. Este punto de la isla ha sido testigo de disputas durante siglos, principalmente, entre españoles y otomanos, y goza de buen estado de conservación.
La isla alberga más puntos de interés turístico, como la sinagoga de La Ghriba, que cuenta con una de las torás más antiguas y acoge todos los años un peregrinaje que atrae a creyentes judíos llegados de todas partes del mundo.
En esta misma localidad se puede visitar el museo al aire libre de street art Djerbahood, que desde 2014 exhibe obras de un centenar de grafiteros de 30 nacionalidades distintas.
Otro buen ejemplo de la cultura local puede apreciarse en el pueblo de Guellala, famoso por concentrar los mejores alfareros de la isla, quienes fabrican artesanalmente grandes tinajas y otras piezas siguiendo el estilo tradicional. En sus talleres se pueden adquirir estos objetos, así como observar el trabajo de la arcilla en sus manos.
Cerca del faro de Taguermess se encuentra el parque temático Djerba Explore, visita aconsejada especialmente para ir en familia.
Se compone de tres espacios diversos: el Museo Lalla Hadria –con una colección de 1.000 obras de arte que abarcan 13 siglos de historia–, Djerba Heritage –donde viajar en el tiempo para presenciar cómo era la vida y costumbres en un ‘menzel’ tradicional–, y una granja con 400 cocodrilos del Nilo que habitan entre estanques y un invernadero.